Nyala, Sudán, 17 de diciembre de 2024 – Millones de mujeres sudanesas que huyeron de la terrible violencia que azota a gran parte del país siguen atormentadas por recuerdos vívidos de los que no pueden escapar. El temor de que los tiroteos, los bombardeos, la violencia sexual y el hambre las sigan dondequiera que vayan es persistente y tóxico.
Las vidas de las mujeres de Darfur se han visto particularmente trastocadas por este conflicto. Algunas de ellas han contado recientemente cómo el trauma, junto con el hambre extrema y la desnutrición, se han convertido en una realidad cotidiana.
“Lo que está sucediendo en Sudán es una guerra contra las mujeres y las niñas” dijo Mohamed Tijani, jefe de la oficina de CARE en Darfur del Sur. “En nuestras clínicas vemos sobre todo mujeres, madres con sus hijos pequeños y desnutridos. En los campamentos de desplazados de Darfur vemos a mujeres. Casi todas son mujeres y niños los que cruzan la frontera hacia Chad. Viajan tan lejos sin nada, a menudo con poco más que sus hijos pequeños a la espalda. Escucho sus historias todos los días, de los horrores que afrontaron mientras buscaban seguridad, de sus largos y agotadores viajes, del hambre y la desnutrición que han padecido sus familias”.
Maria
María (20) escapó de su aldea en Darfur a principios de este año llevando a su pequeño bebé Imtias en la espalda, sujeto firmemente con un trozo de tela delgada, la única posesión que traía consigo. Caminó y corrió con un grupo de su aldea tratando de alejarse lo más posible de los disparos y las bombas. Muchas de las personas que estaban junto a ella eran madres que también llevaban a sus niños pequeños. María explicó que los bebés no se movían ni emitían sonidos, y las madres no sabían si todavía estaban vivos o si llevaban a sus hijos muertos en la espalda.
En cuanto a su situación actual, al otro lado de la frontera, en Chad, explica: “Por la noche, solo oímos el llanto de los niños que todavía pueden llorar. Pero los sonidos de la guerra han desaparecido. Seguimos vivos, pero ya no tenemos fuerzas”.
Teissir
Teissir, una sudanesa de 23 años, finalmente huyó a Chad en el otoño de 2023 después de que hombres armados atacaran su aldea en Darfur Oriental. La violencia comenzó temprano en la mañana. Primero, escuchó gritos, luego sonidos de disparos antes de que una granada atravesara su ventana. La explosión hirió gravemente a su hermana.
“Había muchos disparos y veíamos cómo disparaban a nuestros vecinos a diestro y siniestro”, dijo. “Había tanto humo en todo el pueblo que no podíamos ver nada… Seguimos a nuestros vecinos”. En medio del caos, perdió a sus padres.
Diez días después, Teissir y sus dos hermanas llegaron al campo de refugiados de Mile, en el este de Chad, donde todavía vive. Al hablar de su largo y agotador viaje, compartió: “No sabíamos a dónde íbamos, simplemente caminábamos, poniendo un pie delante del otro. Caminábamos como alguien que está perdido porque eso es lo que estábamos: perdidos”. Después de hacer una pausa para secarse las lágrimas, respiró profundamente y agregó: “Pensé que moriríamos. No nos quedaba nada. No quería levantarme de nuevo. No tenía fuerzas para continuar. Quería quedarme y esperar mi muerte, pero mi hermana pequeña me dio fuerzas para seguir adelante”.