Maram *, de diez años, es una de los 22 niños que viven en la casa de sus abuelos en el noroeste de Siria, donde el conflicto violento ha sido una constante durante casi una década. Después de la muerte del padre de Maram, su madre se volvió a casar y la familia se trasladó a vivir con sus abuelos y primos.
Como la niña mayor del hogar, se espera que Maram se encargue de las tareas del hogar y cuide de los niños más pequeños. Estas expectativas, combinadas con las luchas financieras y el desplazamiento de la familia, obligaron a Maram a abandonar la escuela, a pesar de su deseo de aprender. La carga constante de ser una cuidadora y el trauma de sus experiencias crearon mucho miedo y ansiedad en Maram.
“Quiero decirles a mis amigos y a todos los demás niños que la escuela es importante y que deben continuar su educación, sean cuales sean las circunstancias”.
En el noroeste de Siria, CARE se asocia con la organización humanitaria Shafak, cuyos equipos de protección visitaron a los abuelos de Maram para discutir las necesidades de niñas como ella y la importancia de apoyar sus derechos, incluido el derecho a jugar y el derecho a la educación. Como resultado, Maram regresó a la escuela para continuar su educación. Regresar a la escuela ayudó a aliviar parte del miedo y la ansiedad de Maram, pero todavía está tratando de equilibrar las responsabilidades de la escuela y el hogar. Ayuda a sus hermanos y primos con sus tareas escolares y continúa cuidándolos con su abuela.
Debido a la pandemia de coronavirus, Maram no ha podido asistir físicamente al año escolar, pero está tratando de seguir sus lecciones de forma remota a través de teléfonos móviles y aplicaciones de redes sociales. Aquí, ella comparte su historia personal y sus sueños de convertirse en maestra.