Varias tribus y comunidades en la República Democrática del Congo (RDC) todavía creen que los roles de liderazgo administrativo son exclusivos de los hombres. Hay acalorados debates y argumentos de que el poder y el liderazgo deben pasar de padre a hijo. Y como resultado, muchos no creen que las mujeres puedan liderar.
Aquí es donde entra Heveline Mapfumo. Esta madre de 25 años se convirtió en refugiada en su propio país simplemente por hacer valer sus derechos. Después de huir de Masisi, su pueblo natal, encontró refugio a 50 millas de distancia y se mudó al distrito de Ndosho, Goma, a la casa de madera con techo de hierro de su abuela.
Tras la muerte de su padre, la Mwami (jefe): hace varios años, el consejo de ancianos nombró a Heveline como jefa. Como era menor de edad, su tío fue instalado como custodio y se le pidió que cediera el puesto a Evaline cuando tuviera la edad suficiente. Pero esto no iba a ser.
“Cuando cumplí 18 años, estaba feliz porque ahora podía asumir el papel que me habían dejado mi padre y los jefes”, recordó Heveline. “En ese momento, mi tío se negó a entregarme el papel de liderazgo que se me había otorgado. Cuando comencé a buscarlo activamente, mi vida estaba amenazada. Temiendo que me mataran, en septiembre de 2020 abandoné mis estudios y huí de casa con mis hijos para venir aquí y quedarme con mi abuela”.
Es esta línea de pensamiento la que provocó la disputa entre Heveline y su tío a pesar de los deseos de su padre y el nombramiento del consejo de ancianos. “En mi pueblo y territorio, a las mujeres no se les permite decir nada frente a los hombres y mucho menos ocupar puestos de autoridad”, agregó.