Durante el último brote de langosta de 2003 a 2005, que afectó a 20 países, principalmente en África, los niños tenían menos probabilidades de ir a la escuela y las niñas se vieron afectadas de manera desproporcionada. Durante el brote actual, los expertos predicen un aumento en la deserción escolar a medida que los niños cambian la escuela por trabajo para ayudar a mantener a sus familias.
África oriental es el epicentro de la actual crisis de las langostas. En Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán del Sur y Sudán, más de 25 millones de personas ya se enfrentan al hambre y la inseguridad alimentaria. Si los enjambres de langostas persisten y las medidas de control no tienen éxito, se perderán más cultivos y los medios de vida se verán afectados aún más.
En la Península Arábiga, las langostas están dañando las tierras de cultivo en Yemen, donde el conflicto se ha prolongado durante más de cinco años y se estima que 20 millones de personas padecen inseguridad alimentaria y necesitan asistencia para sobrevivir.
Esta enorme crisis está totalmente fuera del radar de la comunidad internacional.
En Afganistán, el frágil sistema de salud del país, las medidas de confinamiento por el coronavirus, los cierres de mercados y la falta de alimentos están afectando gravemente a las mujeres y los niños. Mamoon Khawar, responsable de seguridad alimentaria y medios de vida de CARE Afganistán, afirma que cada vez hay más mujeres y niños que mendigan en las calles, lo que los deja especialmente vulnerables a la violencia y la explotación.
“Muchas mujeres del sector agrícola perdieron sus trabajos, ya que los terratenientes prefieren contratar hombres”, dice Khawar.
En otras partes del suroeste de Asia, la convergencia de langostas con desastres naturales como inundaciones y ciclones probablemente aumentará las necesidades humanitarias. En febrero, las autoridades de Pakistán declararon una emergencia nacional cuando los enjambres de langostas diezmaron los cultivos y elevaron los precios de los alimentos.
CARE, que tiene presencia en todos los países afectados, está apoyando con logística y respuesta de emergencia, como ayudar a los gobiernos a recopilar información sobre las langostas y proporcionar ayuda alimentaria de emergencia.
En Sudán del Sur, el personal de CARE está realizando vigilancia sobre el terreno, incluida la recopilación de muestras de langostas e información de las comunidades afectadas sobre el tamaño y la dirección de los enjambres. CARE Uganda ha apoyado una campaña del gobierno para evitar que la gente coma langostas (un plato tradicional en el país), ya que puede provocar intoxicación por los aerosoles químicos utilizados para controlar las langostas.
Agelo Darius, un hombre de 63 años que vive en el norte de Uganda, dice: “En los viejos tiempos comíamos langostas del desierto. Eran fuente de comida y sabrosa. Esta vez, se nos advierte que no comamos ”.
La ONU afirma que necesita más de $ 300 millones en financiamiento y ha sido fundamental que los recursos "hayan tardado demasiado en llegar", citando una creciente brecha de financiamiento. El costo de responder a esta crisis será al menos 15 veces mayor que el costo de prevenir la propagación ahora, según el Programa Mundial de Alimentos.
“Las matemáticas son claras, al igual que nuestra obligación moral”, afirma la ONU. "Pague un poco ahora o pague mucho más después".