Alrededor de 80 a 100 pacientes asisten a la clínica de salud móvil semanal en este pueblo remoto, la mayoría de los cuales de otro modo no podrían acceder a la atención médica que necesitan. Además de un médico, las clínicas móviles de CARE cuentan con una partera, un vacunador, un consejero de nutrición y un trabajador psicosocial.
“Mi esposo es jornalero, pero no ha encontrado trabajo desde el comienzo del invierno”, dijo Jamila, de 28 años. “Tuvo un accidente de motocicleta y ha tenido problemas de salud mental desde entonces. En casos raros, nuestros vecinos nos ayudan con pan y harina. Cuando puedo, les lavo la ropa para ganar dinero para alimentar a mis hijos, a pesar de que es doloroso debido a una lesión en el brazo que tengo. No he visto a un médico por mi brazo porque no puedo pagar el tratamiento.
“Tengo dos hijos, Shahnaz, de 3 años, y Razia, de 2, y ambos sufrieron desnutrición desde que nacieron. No hemos podido cuidarlos adecuadamente porque no podemos permitírnoslo. Desde que CARE comenzó a ayudarnos con los paquetes de nutrición, el estado de salud de mis hijos ha mejorado. Si CARE no nos hubiera ayudado, su salud habría seguido empeorando”.