“Estamos contentos de estar todos juntos y de poder traer a la bisabuela de mis hijos con nosotros. Además, nuestros perros nos dan fuerza aquí”, dice Daria, de 30 años.
Hace tres meses, la familia huyó de Kharkiv a Lviv, donde viven juntos en un refugio. La bisabuela Nina, de 74 años, extraña su hogar. “Extraño mi jardín y mis flores. Tuvimos que huir inesperadamente y salir muy rápido. En ese momento, quería plantar un abeto. El árbol ahora está esperando en un balde de agua en casa”.