Al mismo tiempo, las necesidades humanitarias y de crisis han aumentado significativamente en los últimos 10 años. Si bien tradicionalmente separamos el desarrollo para las áreas "estables" y la respuesta humanitaria para las zonas de crisis, en 2019, pocos países o regiones del mundo son realmente estables. La pobreza y el hambre se superponen en contextos frágiles, y se prevé que más del 80% de los pobres del mundo vivirán en condiciones de fragilidad para 2030. En este nuevo mundo, las guerras, los conflictos, los desastres naturales y los impactos del cambio climático son habituales en los países donde los esfuerzos a largo plazo para reducir el hambre crónica y la desnutrición están desempeñando un papel cada vez más importante.