BEIRUT (AP) - A los 19 años, Fatima al-Omar está al borde de su juicio. Solo en el último año, perdió su hogar a causa de los enfrentamientos en el último enclave de Siria controlado por los rebeldes y su madre fue diagnosticada con cáncer. Se convirtió en la única fuente de ingresos para su madre, sus tres hermanos y su abuela mientras se movían entre los refugios.
Luego, el coronavirus golpeó, agravando las condiciones en el noroeste de Siria justo cuando los nuevos combates habían desarraigado a 1 millón de personas, la mayor ola de desplazamiento en los 10 años de guerra del país. A fines de 2020, al-Omar contrajo COVID-19, lo que le costó el último trabajo que tuvo recogiendo aceitunas. Desde entonces no ha podido encontrar trabajo y ahora corre el riesgo de sufrir otro desalojo.
A pesar del empeoramiento de la situación humanitaria en la Siria devastada por la guerra, cada año se hace más difícil recaudar dinero de donantes globales para ayudar a personas como al-Omar. La comunidad de ayuda se está preparando para un déficit significativo antes de una conferencia de donantes que comienza el lunes en Bruselas y que será copatrocinada por las Naciones Unidas y la Unión Europea.
CARE International habló con AP sobre la falta de fondos para Siria.