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Bangladesh: En el campo de refugiados más grande del mundo, un “lugar de paz”.

Sufaira vive en el campo de refugiados rohingya 16, Cox's Bazar, Bangladesh. Foto de CARE Bangladesh

Sufaira vive en el campo de refugiados rohingya 16, Cox's Bazar, Bangladesh. Foto de CARE Bangladesh

Miles de niñas como Sufaira viven en los campos de refugiados rohingya de Cox's Bazar, Bangladesh. Los campamentos no son un lugar saludable para que crezcan las niñas, razón por la cual CARE Bangladesh administra 12 Espacios Seguros para Mujeres y Niñas (WGSS), conocidos localmente como "Shantikhana" (literalmente: "lugar de paz") ​​en ocho campamentos, el hogar temporal de refugiados más grande del mundo.

En total, CARE Bangladesh ha llegado a más de 122,000 67,597 personas hasta la fecha, XNUMX XNUMX de ellas mujeres o niñas.

Para Sufaira, Shantikhana fue un salvavidas mientras crecía, recuperándose de la violencia en su país de origen que hizo que su familia huyera a Bangladesh. Fue allí donde aprendió a coser. Le encantaba poder crear algo con sus propias manos, especialmente porque la ropa nueva es difícil de conseguir en los campos de refugiados.

Los organizadores trabajan arduamente para garantizar que los espacios sean tan seguros como su nombre indica, ofreciendo a los participantes la libertad de expresarse.

En Shantikhana, niñas como Sufaira reciben apoyo psicosocial para recuperarse del trauma mientras aprenden habilidades para la vida, alfabetización básica y aritmética. Los espacios también incluyen actividades recreativas, así como jornadas de sensibilización sobre violencia de género, trata de personas, poligamia, higiene menstrual, maltrato infantil y matrimonio precoz.

Sufaira usando la máquina de coser en Shantikhana. Foto de CARE Bangladesh.

No más novias infantiles

El matrimonio precoz es un patrón continuo en la comunidad rohingya. Cuando las niñas llegan a la pubertad, rara vez se les permite salir de sus casas, a menos que estén casadas.

Tan pronto como Sufaira cumplió 16 años, la presión de su familia fue inmensa. Empezaban a restringir su movimiento e insistían en que se quedara en casa a menos que estuviera casada, lo que le dificultaba cada vez más visitar el Shantikhana.

Debido a sus sesiones allí, Sufaira era consciente de las consecuencias negativas del matrimonio infantil y empezaba a preocuparse. Habló con un asistente social sobre sus preocupaciones y, a instancias de Sufaira, el asistente social habló con la madre de Sufaira, quien también visitaba Shantikhana con frecuencia.

Juntos, pudieron convencer al padre de Sufaira y todos decidieron que Sufaira no se entregará en matrimonio hasta que cumpla 18 años.

“En mis 16 años de vivir en esta tierra he sufrido mucho”, dijo Sufaira. “Ahora soy más feliz que antes. Ahora deseo si puedo tener la oportunidad de aprender más, quiero estudiar y también conseguir un trabajo. Creo que puedo hacerlo con la ayuda de [la] Shantikhana”.

Niños felices
Los niños sonríen para una foto desde la ventana de su salón de clases en el Campamento 16. Foto de CARE Bangladesh.
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