El terremoto y sus réplicas han causado daños generalizados en las casas de la región, en su mayoría de adobe, y funcionarios del gobierno informaron que muchas de las casas en lugares como el distrito de Zindajan han quedado completamente destruidas.
Reshma Azmi, directora adjunta de país de CARE en Afganistán, dijo al The Washington Post que nadie esperaba un terremoto tan devastador en esta parte de Afganistán.
“Y nadie estaba preparado”, dijo.
"El terremoto se produjo en un momento en el que Afganistán ya se enfrentaba a una grave crisis humanitaria que carecía de fondos suficientes", afirmó Azmi.
“Es probable que el invierno que se acerca rápidamente, combinado con este nuevo desastre, exacerbe los desafíos existentes y haga aún más difícil para las personas satisfacer sus necesidades básicas, como alojamiento, alimentos y medicinas adecuados”.
El actual Plan de Respuesta Humanitaria, que pretende ayudar a 23.7 millones de personas en el país, sólo cuenta con una financiación del 33.9 por ciento, mientras que las necesidades aumentan rápidamente.
"Las familias hablaron con CARE sobre su necesidad urgente de alimentos, refugio, dinero en efectivo, medicinas y agua potable para ayudarlos a enfrentar esta tragedia", dijo Azmi.
Según los hallazgos del equipo de CARE en Herat, los hogares afectados necesitan urgentemente dinero en efectivo, alimentos y refugio.
"Estamos particularmente preocupados por el impacto del terremoto en estas comunidades", dijo Azmi. “Especialmente mujeres y niñas que ya enfrentan graves restricciones a su libertad, lo que obstaculiza su capacidad de acceder a servicios críticos que salvan vidas”.
En las primeras horas de respuesta, CARE ha estado apoyando a las comunidades afectadas mediante el despliegue de equipos de salud móviles, equipos de cuidado del ganado y ofreciendo asistencia en efectivo a los jornaleros. CARE también planea distribuir mantas y kits de dignidad a mujeres y niñas en las áreas afectadas.
CARE comenzó a trabajar en Afganistán en 1961 y ha tenido operaciones continuas en el país desde 1989 con programas centrados en el empoderamiento social y económico de las mujeres, atención médica y asistencia monetaria.
Millones de personas en Afganistán ya padecen inseguridad alimentaria, y este terremoto más reciente complicará las circunstancias ya terribles de quienes enfrentan sequías, conflictos, COVID-19, altos precios de los alimentos, comunidades desplazadas y un desempleo galopante.
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