Como madre, es mi responsabilidad cubrir las necesidades diarias y básicas de mis hijos, como comida, ropa y pañales. Pero ahora mismo, desde el inicio de la guerra, estos elementos esenciales no están disponibles.
Me siento impotente.
No tengo pañales para mi bebé de cuatro meses y no puedo lavarle la ropa. La comida disponible se compone principalmente de productos enlatados; no hay alimentos frescos que me permitan cocinar comidas nutritivas para mi familia. Tampoco hay electricidad ni gas para cocinar.
Me alegro de seguir amamantando a mi bebé, pero no sé dónde podremos conseguir comida para bebés o agua limpia para prepararle la comida cuando sea un poco mayor.
Ahora no tenemos ninguna fuente de ingresos y los precios de los alimentos y los pañales en el mercado se están disparando. El mercado cercano a nosotros siempre está abarrotado y no hay ropa para bebés disponible.
Salimos con ropa ligera en octubre y no tenemos ropa de invierno para mantenernos abrigados en los meses húmedos y fríos.
Compartimos una pequeña casa en Rafah con 25 personas. Tenemos suerte de no tener que vivir en una tienda de campaña o en la calle, como tantos otros. Nos tumbamos en el suelo y no tenemos espacio ni privacidad, pero al menos estamos protegidos del frío y la lluvia.
La mayoría de las personas que nos rodean tienen diarrea, tos y resfriado. Todavía no he podido vacunar a mi bebé y temo por su salud y su sistema inmunológico, sobre todo teniendo en cuenta lo superpoblada que está nuestra casa y lo imposible que es cumplir incluso las normas de higiene más básicas, como lavarse las manos sin agua limpia ni jabón.
Las enfermedades y epidemias se están extendiendo por todas partes.
'Tengo que poner una sonrisa. Pero lo que realmente quiero es llorar.'
Siempre tengo que presentar la cara más tranquila y controlada frente a mis hijos para poder mantener su bienestar mental. Quiero evitar que sientan miedo o desarrollen problemas psicológicos que puedan afectar sus personalidades en el período de posguerra. No quiero que su futuro se vea afectado por lo que está sucediendo ahora.
Intento constantemente inventar nuevos juegos para jugar con ellos. Hablo con mi hija de tres años sobre temas divertidos y le cuento historias. Quiero que se olviden de la guerra y vivan una infancia lo más feliz posible. Mi hijo de cuatro meses siempre está riendo y arrullando. Es demasiado joven para entender lo que está pasando.